Noemí Jordana y Anna Carbó, que mañana verán retirada su camiseta en Fontajau, trabajan de maestra, y en una entidad bancaria, sin olvidar el baloncesto una vez cerrada la etapa profesional

Noemí Jordana jugó con el Uni Girona las últimas seis temporadas de una brillante carrera en el baloncesto profesional de casi dos décadas. Lo dejó en mayo pasado, al día siguiente de perder la final de la Liga contra el Salamanca, en el tercer partido, a Würtzburg. Aquella misma noche, prácticamente sin dormir, cubrió los 900 kilómetros hasta Girona para empezar una nueva vida como maestra. También ha continuado, alejada de los focos de las pistas, haciendo camino, Anna Carbó. Con ocho temporadas en Fontajau, una lesión en la rodilla la obligó a decir basta al final de la campaña 2015/16. Ahora vive en Mataró y trabaja en una entidad bancaria en Barcelona. Mañana volverán a coincidir en el pabellón donde más horas han pasado estos últimos años, en el lugar que las vio entrenarse día tras día. El escenario de alegrías como el título de Liga de la fiesta de Sant Jordi de 2015. El Uni los rendirá homenaje con la retirada de sus camisetas, la del dorsal 9, de Jordana, y la que luce el 7, que llevaba Carbón.

Jordana y Carbó son las jugadoras que acumulan más partidos en la historia del club y las que más raíces han hecho en la ciudad. En el caso de la maresmenca, al Uni vivió, incluso, la última temporada en Liga Femenina 2 y el posterior ascenso a la élite en 2009. Jordana llegó al club el verano de 2011, fue jugar seis temporadas, y ahora, establecida en la ciudad, mantiene el vínculo para que Cayetano Pérez la convenció para incluirla en su nueva directiva. Es la vicepresidenta.

Ambas afrontan el homenaje de mañana, durante el descanso del partido entre el Spar CITYLIFT Girona y el Cadí (19.00) con orgullo y satisfacción. Jordana explica que «me sorprende la estima que he recibido de Girona desde que dije que lo dejaba. El discurso de Tiempo de Flores, ahora la retirada de la camiseta ... no tengo la sensación de ser nadie importante ». Carbón, por su parte, destaca que «es muy bonito que mi camiseta pueda quedar en Fontajau, donde tantas horas de entrenamientos y de partidos, y tantas alegrías viví».

Aunque el baloncesto profesional ya no forma parte de su vida, mantienen algún vínculo con el deporte que han practicado desde pequeñas. Jordana explica que los miércoles, en Sant Gregori, juega con un grupo de veteranos «para tocar el balón», aunque asegura que de momento no «echo de menos» el baloncesto profesional. Carbón se ha sacado la licencia de árbitro. Los sábados pita partidos «de niños pequeños, poco, pero te permite ver el baloncesto desde otro punto de vista».

En el momento de ver retirada su camiseta también toca explicar por qué lucían el 9 y el 7. La base para que de pequeña «persiguiendo mi padre por las pistas» vio una jugadora, le parece recordar que de una selección catalana, que llevaba el cabello muy largo, como ella en aquella época. Le gustó y como llevaba el 9 lo adoptó. Anna Carbó asegura que el 7 «es el número de mi vida». Incluso lo lleva tatuado.


c. baldellou/j. roura
diaridegirona.cat
foto: LOKOS X EL BALONCESTO FEMENINO (Lou Mesa)