La División I de la NCAA es el escalafón más alto en el deporte universitario estadounidense, una especie de universo polideportivo que incluye a los jóvenes valores con futuro en las ligas profesionales de baloncesto, béisbol o fútbol americano, entre otras especialidades. Un conglomerado de casi 350 equipos, entre los cuales, destaca la raza blanca tiradora de una ourensana que las enchufa de tres en tres: Rebeca Navarro.

La escolta es una júnior (jugadora de tercer año), que a día de hoy encabeza el escalafón del baloncesto nacional con el mejor porcentaje de acierto en los triples, un brillante 53,8 %, después de encestar 28 de sus 52 intentos, tras sus primeros catorce partidos del curso. Ahí es nada, a lo largo y ancho del mastodóntico país norteamericano y la protagonista achaca buena parte de esa efectividad al gusanillo que prendió en ella gracias a su progenitor, Ángel, otrora entrenador del COB: «El tiro de tres siempre ha sido mi fuerte en ataque, llevo tirando desde que tenía dos años y, gracias a mi padre que me ha enseñado desde que era pequeña, ahora he conseguido algo que parecía un sueño».

Y es que la misma Rebeca todavía se sorprende al constatar lo que reza en las páginas estadísticas de la competición, confirmándola como la mejor del país en una faceta tan espectacular del juego, que si bien radica sobre todo en una cualidad innata, es además fruto de un constante trabajo: «Son muchos años perfeccionando el tiro y viendo como lanzan los grandes jugadores».

Pero el baloncesto es, ante todo, un deporte colectivo y la pequeña de los Navarro es toda una «colona» de Robert Morris University, prestigioso centro académico del área metropolitana de Pittsburgh, en el cual estudia Psicología. Nada más llegar, participó como novata del triunfo en la fase regular y el torneo que les otorgó el título de la Northeast Conference, que el año pasado se les escapó en la final.

Después de terminar como máxima anotadora en la victoria de su formación en Brooklyn, el pasado fin de semana, la ourensana resumía el inicio de la temporada, en el que está jugando tocada por unos problemas físicos en su rodilla derecha: «Con el equipo estamos trabajando duro y tenemos un balance de 9 partidos ganados y 5 perdidos. Además empezamos 3-0 en la conferencia, con buenas sensaciones para lo que resta por jugarse. Tenemos más madurez y vamos desarrollando nuestro estilo de equipo con más fluidez que el año pasado».

A sus veinte años, el periplo americano adorna una trayectoria que ya apuntaba alto en las categorías inferiores del Carmelitas, llegando incluso a la exigente Liga Femenina. Ahora, según sus propias palabras: «Mejoré otras cosas en mi juego, como la defensa, rebote o penetrar más a canasta. Puedo compaginar estudios y deporte, es una experiencia inolvidable».

Luis M. Rodríguez
lavozdegalicia.es