El Celta fomenta la vocación en sus canteranas con el programa Mentor | 14 de los 25 técnicos de su estructura son mujeres
La realidad se radiografía en su aritmética. El baloncesto es el deporte con más licencias femeninas a nivel estatal y autonómico. En 2017, sin embargo, solo 8 de los 258 alumnos del Curso Superior de Entrenador eran mujeres. Al director deportivo del Celta, Carlos Colinas, le impactó el dato. El porcentaje no ha mejorado excesivamente en las recientes convocatorias. Sí en el club vigués. «Debemos formar parte de la solución», se dijo Colinas. Hoy, de los 25 técnicos enrolados en la estructura celeste –con 250 jugadoras y 22 equipos–, 14 son mujeres. Un número todavía insólito entre las principales entidades españolas; incluso en aquellas especializadas en basket femenino. El programa Mentor, que han implementado en el Celta a través de Carlos Fernández Babarro, alienta talentos y asienta aprendizajes. El muro de cristal entre la cancha y el banquillo ha estallado en añicos en Navia.
Colinas fija a finales de 2022 el impulso definitivo. En la cantera céltica, entonces, ya había entrenadoras pero más escasas. «Empezamos a percibir que varias jóvenes, alguna incluso habiendo dejado ya de jugar, querían iniciar este recorrido». El ejecutivo diseñó entonces ese plan bautizado como Mentor.
En esencia, se trata de detectar vocaciones entre las jugadoras de 14 a 16 años. A las dispuestas se les propone que realicen el curso de iniciación (nivel 0), accesible en Galicia desde los 15. El club lo financia íntegramente. Las que aprueban afrontan una ruta hasta cierto punto señalizada. Debutan como ayudantes en equipos de las categorías menores (baby, benjamín, alevín). Cuando han afianzado sus conocimientos, se les encomienda la jefatura, igualmente en minibasket, con un entrenador más cuajado a su lado. Juan Vecina o Róber Rajó se cuentan entre los «guías» habituales, «siempre con la prioridad de no suplantarlas», matiza Colinas. «Ellas empiezan a gestionar y toman sus propias decisiones». Irán así progresando en el escalafón hacia edades mayores y ligas autonómicas, sin cuotas ni frenos.
Babarro ejerce la mentoría que bautiza al proyecto. Colinas pensó en él como candidato ideal por su perfil didáctico (es profesor de Secundaria) además de baloncestístico. «En el Celta existe una mezcla de veteranía y juventud con muchas ganas de aprender», destaca. Le parece «muy bien enfocado» ese soporte mutuo. «Es una experiencia enriquecedora y genera más confianza. No se deja sola a una chica de 16, 17 o 18 años a cargo de unas niñas. Vamos también introduciendo a las familias en todo este proceso para que tengan paciencia. Hay equipos que no necesitan un rendimiento inmediato. Podemos trabajar con proyectos a tres o cuatro años».
El propio Babarro realiza un seguimiento exhaustivo en la base de este sistema, con las que recién arrancan su trayectoria técnica. Asiste a sus entrenamientos y partidos, efectuando una evaluación constante. Debate, instruye y recomienda. «Al estar con ellas, cualquier duda o angustia se puede resolver al momento», destaca. Con frecuencia se organizan sesiones de pista con profesionales invitados, como Fernán Vázquez y Óscar de Paula.
El momento decisivo
«Es una idea superchula. Permite que todas las entrenadoras estemos en contacto. Genera un espacio seguro en el que se puede abordar cualquier inseguridad o miedo», confirma Marta Giménez. Nacida al baloncesto en Maristas, se mudó al Celta en cadetes junto a varias compañeras. «Al principio era reacia, existía rivalidad», recuerda jovial. «Luego ya vi que era como nuestra casa». Se retiró en segundo año júnior. «Me apetecía seguir vinculada al club. Todo lo que recuerdo bueno de mi infancia está ligado al baloncesto. Me daba pena dejarlo por completo».
–Te quiero como ayudante –le propuso su entrenador.
«Un día me planté delante de Carlos Colinas y le dije que quería empezar a entrenar», precisa. Al cargo inicial de delegada le siguió la asistencia en un baby que administraba Itziar Germán, ala-pívot del primer equipo. «Fue un año de descubrimiento del basket desde otra perspectiva. Y me enganchó. Me pareció un mundo increíble». Esa epifanía se consolidó cuando asumió el papel principal en un preinfantil..
–¡Uf, Marta, esto te gusta mucho –afirma haber pensado!
«Me he enamorado. Al principio era un hobby y hoy estoy implicada al cien por cien», establece a sus 24 años, en su sexta campaña pizarra en mano, con carnet de nivel 2. «Afronto todos los retos que Colinas me propone. Y lo estoy disfrutando muchísimo».
Paloma Eiroa camina a su estela. Esta naronense de 22 años fichó por el Celta cuando decidió estudiar Ingeniería en la Universidad de Vigo. «Es un club muy grande, que impone mucho. No encuentras nada igual en toda Galicia. Transmite mucho respeto», exclama. Su itinerario en la cancha ha quedado condicionado por una rodilla tronzada en dos ocasiones; la segunda, cuando ya se ejercitaba con las profesionales. Aún milita en el sénior de Primera Nacional.
«Decidí que quería ser entrenadora a raíz de mi primera lesión de ligamento cruzado. Acudí como delegada a un Campeonato de España y me picó la curiosidad», revela. «Las lesiones fueron duras, pero me enseñaron que se puede ver el baloncesto de otra manera». A Paloma le entusiasma la adquisición de sabiduría, algo que aprecia común en su entorno: «Para formar niños se necesita formar entrenadores. En el Celta se le da mucha importancia a que crezcamos».
Coto vedado en la élite
Cristina Cantero culmina la pirámide por su cercanía cotidiana como consejera y su historia: salida desde la cantera para comandar al Celta Femxa Zorka desde 2015. Existen precedentes en la enrevesada secuencia institucional del baloncesto femenino olívico: Juana Ingelmo, Ana Álvarez, Ana Junyer, Susana García junto a Miguel Méndez... Lo cierto es que los banquillos de élite persisten como coto masculino pese a campeonas como Ita Poza, María Planas, Carme Lluveras, Silvia Font y Neus Bartran. En esta temporada 24-25, sólo hay cuatro entrenadoras entre los 16 equipos de Liga F; sólo dos entre los 16 de Liga Challenge; ni una sola entre los 28 de Liga 2.
«Yo siempre me he sentido respetada y respaldada por mi club. Me he encontrado estable y valorada por los que me rodean», agradece Cantero, consciente de su ascendencia sobre sus herederas: «Trato de estar a su servicio. Creo que valoran tener alguien en quien reflejarse. Para los que estamos arriba es ilusionante verlas». Paloma secunda: «Tener a Cris a la cabeza de todo esto anima a soñar. No es para conformarse. Hay que seguir luchando».
Armando Álvarez
farodevigo.es