La santiaguesa se incorporó esta temporada al club ferrolano tras dos años en el Pescados Rubén Burela femenino
Para muchos, lo que sucede en la pista es lo más importante, pero realmente es lo que sucede antes se saltar a ella. Eso lo sabe muy bien Silvia Millán, las nuevas manos sanadoras del Baxi Ferrol. La santiaguesa, reconoce estar “viviendo un sueño porque siempre quise estar en un equipo de baloncesto” y asegura que “todo me sorprendió para bien, especialmente el trabajo con las jugadoras”. Ahora, con ella en el equipo, este proyecto continuará creciendo hasta lugares inexplorados.
¿Cómo están siendo estas primeras semanas en el Baxi?
De momento muy bien. Me esperaba algo parecido y me sorprendió todo para bien. Tanto la organización, como el recibimiento de las jugadoras y el cuerpo técnico. Me he sentido una más desde el principio, así que estoy muy contenta.
También ayudaría tener a su hermana Blanca dentro del equipo para que le explicase como funciona todo.
Sí, pero es verdad que me daba un poco de miedo porque podía ser muy bueno o muy malo. Podía hacerme las cosas un poco incómodas por tener que separar lo personal de lo profesional, pero en general lo hemos hecho bastante bien. No nos estamos cansando la una de la otra y eso que estamos viviendo juntas (ríe). Me lo puso muy fácil.
¿Le tuvo que convencer para unirse a este proyecto?
La verdad es que donde estaba, estaba muy cómoda y muy feliz. Me parecía imposible estar en un sitio mejor, pero allí la situación se puso un poco complicada. Todo esto fue casi más cosa de Lino (López, entrenador del Uni), que de Blanca. Hace tiempo hicieron una broma entre ellos y la cosa quedó en ‘standby’. Luego, cuando Carlos (Díaz) estaba aquí, no pudo seguir por motivos personal, me llamó Lino un día para venir. Blanca no puso pegas, que eso era importante, así que para adelante (ríe).
¿Qué es lo que más le llama la atención de este nuevo reto?
La verdad es que todo. Vengo acostumbrada a un equipo que sólo jugaba los fines de semana, con lo que los partidos entre semana me van a suponer un reto. También como organizar las semanas. Me encantó, desde el principio, cómo tenían organizado todo. Está todo supermedido y planificado. Todo el mundo está informado de todas las cosas. Se preocupan un montón por las chicas, pero no sólo de las cosas de pista, sino de lo personal, de que estén cómodas.
Al final, el fútbol sala y el baloncesto son dos disciplinas distintas. ¿Cómo va a organizar su forma de trabajar?
Es verdad que las cargas son diferentes y la manera de entrenar de los técnicos son diferentes. Allí, en Burela, quizá se hacía algo más clásico y aquí se mide mucho más. Luego, realmente, el tema de la camilla es un poco parecido. Las lesiones son parecidas. La pista es igual. Aunque no lo parezca, el fútbol sala y el baloncesto tienen bastantes similitudes. El trato con las chicas es igual, sólo es adaptarte a ellas, a sus personalidades, manías o gustos por una técnica u otra. En general, todo lo que lleva el trabajo de fisio es parecido.
Entonces no le costó adaptarse a su nuevo equipo.
A lo mejor aquí sí que tengo que estar más tiempo, más horas y la exigencia sea mayor por jugar entre semana y estar en dos competiciones. Tampoco he notado diferencias.
¿Le preocupa tener tantos partidos y con tan poco descanso entre ellos?
Preocupa un poco, pero como lo tienen todo tan bien planificado, medido y cuidadas a la jugadoras, que creo que no voy a tener un problema con eso. Además, Álvaro (Alonso), a parte de ser el preparador físico, también es fisio por lo que si veo que estoy apretada, me va a poder ayudar bien y repartir el trabajo entre ambos.
Además, al conocer él el club también ayudará mucho.
Sí. Todo el mundo me la puesto muy fácil. Me han explicado muy bien como son todas las dinámicas. Siempre tengo un ratito después del entrenamiento para tratar a la jugadoras que lo necesitan... Lino también siempre me pregunta qué jugadoras están disponibles para planificar los entrenamientos porque hay veces que sólo pueden participar en una parte o sólo pueden hacer el calentamiento.
Da a entender que hay mucha sinergia y buen ambiente entre el cuerpo técnico.
Muchísima. Eso es muy importante y no siempre pasa. Lino es una persona que escucha muchísimo a todo el mundo. Tanto al preparador físico, como al psicóloga o a mí. Respeta mucha las lesiones. Hay gente que, por circunstancias, obligan a entrenar lesionadas y aquí se para. Son superrespetuosos. Es una maravilla. Hables con quién hables, se preocupan por ellas.
Ahora viene la Copa Galicia, que llega en un mejor momento que ese estreno con apenas cuatro entrenamientos.
Sí, ahora estamos más rodadas. Al final, la primera semana fue complicada porque faltaron las dos pívots y tuvimos que jugar con las juveniles. En la siguiente tuvimos varias lesiones y no pudimos entrenar todas. Ahora ya llevamos varios entrenamientos todas juntas y las chicas ya tienen ganas de competir.
¿Tiene ahora más trabajo que durante la temporada?
Seguramente sí. Puede ser que vengan muy cargadas del verano, sobre todo si vienen de jugar el 3x3 u otras competiciones. También puede pasar todo lo contrario, que se hayan relajado demasiado y les cueste entrar en dinámica. En general, el trabajo es mucho casi siempre, pero en estas semanas lo es un poquito más elevado. Es verdad que también se lleva mejor porque como no tienes un partido importante cerca, tienes más cancha para dejarlas que descansen y se recuperen bien.
¿Va a mandar algún ejercicio de recuperación durante las semanas de parón?
En general eso lo suele llevar más Álvaro. Ahora lo que estamos haciendo es preparar rutinas de movilidad para hacer estas semanas y meses. La idea es que estén activas y poder corregir esos pequeños fallos que puedan tener y así que también estén activas
Eso ayudará a no dedicarle tanto tiempo a una zona.
Exactamente. Es para prevenir lesiones y que no vaya a más.
Eso os diferencia de otros clubes, ya que no lo aplican.
Seguramente. Es verdad que en otros clubes no se hace porque la gente tiene la sensación de que entrena mucho. Para poder hacerlo, la gente tiene que venir un poquito antes y dedicarle un tiempo extra, pero intentamos que no lo sea para que lo cojan como algo rutinario que tienen que hacer durante la semana. Yo creo que sí que es algo diferencial y eso me ha gustado mucho de Álvaro, porque lo tiene muy establecido. Creo que está muy bien y puede ayudarlas mucho.
¿Puede disfrutar de los partidos o está preocupada para que no le pase nada a nadie?
La verdad es que lo disfruto mucho, pero sí que me tenso cuando veo que va a haber un choque o una situación peligrosa. Pero eso es bueno porque estás activa y si tienes que actuar, puedes salir rápido.
Es complicado lograr esa división de la que habla.
Sí, es complicado. Además, yo vivo con mucha intensidad cualquier deporte. Me va la vida en el partido (ríe). Entonces, a veces tengo que estar calmada por si hay que actuar.
¿Qué retos se marca?
El primero es disfrutar. Es un trabajo que me encanta, que disfruto muchísimo y para mí nunca es trabajar. Vengo a pasarlo bien, a disfrutar, estar atenta y aprender un montón de todo el mundo. Eso lo hago mucho con Patri (Gómez), la psicóloga porque también estoy estudiando psicología, así que aprendo muchísimo de ella. También de Álvaro, sobre cómo organizar las sesiones y preparar los entrenamientos. De Lino también. Lo conocía como espectadores de venir a los partidos, pero no conocía su forma de trabajar y me está gustando muchísimo. Intento empaparme de todo el mundo. Respecto a la camilla, que las chicas estén contentas con lo que hago, que les sirva y que tengan una buena temporada.
Menciona que está estudiando Psicología, pero como fisio ya está ejerciendo un poco de esa profesión.
Al final paso mucho tiempo con ellas. Patri, hace un trabajo buenísimo. En algunos viajes no está y cuando vienen a la camilla, las jugadoras se sueltan. Te cuentan muchas cosas como sus preocupaciones o historias de su familia. Eso te ayuda mucho a conocerlas personalmente y también en cuanto al tratamiento, porque te cuentan otras experiencias que han tenido. Empecé a estudiar psicología por eso, porque como fisio me daba cuenta que había gente que necesitaba ser escuchada, que no tratarse.
Es algo que se aprende en el día a día.
Totalmente. Lo ves y lo vives. Hay gente que viene aquí y sólo quiere relajarse, pero muchas tienden a hablar.
¿Qué tiene la sala de fisioterapia para que suceda eso?
No sabría decirte (ríe). Creo que surge entre la privacidad, el relax o el saber que pueden confiar y que te puede ayudar, pero sin ser profesional. Hay gente que le tiene respeto al psicólogo y cómo saben que no lo eres, se sueltan más porque no las vas a analizar.
¿Usa algún método para que se relajen?
Yo, en general, soy supercariñosa y tengo mucho cuidado. También les he propuesto que hicieron una “playlist” de canciones relajantes que les gusten y me han hecho una en Spotify. Traemos el altavoz, lo ponemos y a disfrutar. Después hay otras que traen el móvil y hablan con su familia y otras que se ponen una serie. Yo les digo que cada una haga con lo que se sientan bien.
¿Busca mantener una barrera profesional o le da igual que haya un grado de amistad?
La verdad es que es complicado de gestionar. Muchos cuerpos técnicos te avisan de que no ser demasiado amiga de las jugadoras. Yo pienso que es bueno tener cierto grado de amistad porque al final es imposible poner esa separación, y si la pones pierdes calidad en el tratamiento. Eso sí, es verdad que hay que saber separar porque no puedes dejar que la jugadora te lleve ella por donde quiere. Hay que buscar el equilibrio entre la amistad y la parte profesional.
Por último, ¿qué sueño quiere cumplir en el Baxi Ferrol?
Para mí estar aquí ya es un poco un sueño. Ya lo fue en mi etapa en el fútbol sala porque siempre quise ser fisio deportiva. Siempre quise venir al baloncesto. Mi objetivo principal era estar en un equipo de basket. Ahora que estoy aquí, quiero ganar todo lo que se pueda y seguir creciendo como fisio. Es difícil superar lo del año pasado, pero ojalá lo hagamos.
Silvia no sólo es una gran fisioterapeuta deportiva, sino que además sabe lo que es jugar casi de manera profesional. Compitió en Primera Nacional con el Baloncesto Peleteiro, pero lo dejó para enrolarse en el Burela. La santiaguesa reconoce que “lo echo de menos, pero hacer lo que hago es un buen sustituto”.
Muchos no saben que jugó, hasta hace poco, en Primera Nacional con el Peleteiro. ¿Por qué lo dejó?
Básicamente por tiempo. Me fui a Burela y el equipo más cercano estaba en Foz. Yo ya hice muchas locuras en mi etapa de universidad de moverme de A Coruña a Carballo a entrenar. Quise centrarme en estudiar. Además, al estar ahora en Psicología necesito tiempo para hacer los trabajos y preparar los exámenes. Me dio mucha pena, pero era inviable. Llevo dos años sin jugar y lo echo de menos.
La decisión no tuvo que ser fácil.
Efectivamente. El estar todos los días con un equipo te hace olvidar. Realmente, lo chulo de jugar, a parte de hacerlo, son los viajes y estar con gente. Eso, al final, no lo pierdes, por lo que es un buen sustituto para no echarlo mucho de menos.
¿Esa pasión por el deporte influyó en ser fisio deportiva?
Pues sí. Te diría que al cien por cien. Antes de trabajar en Burela, trabajé en una clínica durante dos años y siempre digo que la que fue mi jefa, fue la chica que me hizo querer ser fisio, porque ella era la que iba con nosotras a los campeonatos de España. Me gustaba tanto, no sólo lo que hacía, sino el juntarnos en la habitación del hotel para hablar, pues influyó mucho.
Iago Couce
foto: Emilio Cortizas
diariodeferrol.com