La junta directiva debe evaluar si asume el riesgo de sustituirlo por un entrenador del club buscando un revulsivo. Finalmente será mañana. La reunión de la junta directiva de la Uni Girona, habitualmente los lunes, se aplazó 24 horas y ayer saltó un día más, hasta el miércoles, cuando se tomará una decisión -que debería ser definitiva en un sentido o en otro - sobre el futuro de Miguel Ángel Ortega, el entrenador del Spar CITYLIFT Girona. Domingo más de un directivo se expresó públicamente contra la continuidad del técnico y este es un cambio cualitativo importante respecto a la crisis de enero, cuando todo estaba preparado por si se decidía relevar el técnico pero el planteamiento del cambio no fue formulado nunca en firme -y menos de manera pública- y las victorias acudieron al rescate.
Ahora no. La comunicación del club con el entrenador es escasa porque se ha instalado la idea de que Ortega ha agotado los argumentos para que el equipo crea en su propuesta de baloncesto, y que tiene sometida la plantilla a una tensión excesiva y permanente.
Sin embargo, no está claro que la decisión esté tomada. En todo caso, o se adopta ahora o Ortega continuará hasta final de temporada con todas las dificultades que conlleva mantener un técnico con el que no se confía, y la pérdida de autoridad del mismo entrenador que conlleva esta desconfianza. Pero hay un elemento de análisis fundamental: el club tiene que estar convencido de que un relevo en el banquillo -probablemente por uno de los entrenadores de la casa o del entorno más inmediato-, junto con una hipotética incorporación en los próximos diez días (el plazo de la FEB se acaba el 26), tendría un impacto claramente beneficioso e impulsaría las posibilidades del equipo para defender el título de liga. Y es aquí cuando los mismos directivos que discrepan abiertamente de Ortega los pueden entrar dudas y temblores de piernas. En todo caso, este paro FIBA es la última oportunidad para reconstruir una vez más el equipo.
Toni Romero
foto: Q. Puig
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