La derrota ante el Guipúzcoa por 59-73 es dura como la de hace quince días contra el Bembibre y compromete la plaza de play-off de la Spar CITYLIFT Girona. La diferencia es que ayer el equipo seguía su técnico, y dos semanas atrás había una grieta entre plantilla y entrenador. Será suficiente para remontar el vuelo, rehacer el concepto de juego y situarse entre los cuatro primeros. Esta era la pregunta que precedía la destitución de Ortega. De momento, cuesta aventurar una respuesta.

Y es del todo lógico que sea así. Revolver un equipo como un calcetín no se hace ni en días ni en semanas. Pero, a pesar de todo ya pesar de las circunstancias (Spanou y Kuktiene sin asimilar los cambios, Pikciute sin energía, lesión de Coulibaly en el primer cuarto), el equipo recurrió al corazón (con una buena dosis de ansiedad) para cambiar un 33 -46 por 50-56 y hacer entrar dudas en Guipúzcoa. Pero con todo a favor, con Fontajau ayudante, con Jordana forzando la eliminación de Bravard (52-58) y 5:24 para culminar la remontada, cuando todo parecía de cara, el Uni se deshizo como un terrón. El gasto de energía de Coulibaly -que parecía que no jugaría más por un golpe muy fuerte en el hombro izquierdo y volvió del vestuario como posseïda- pasó factura, Sarr se comió Spanou, el Guipúzcoa leyó bien cómo detener la verticalidad de Givens y lo que parecía una victoria de cualquier manera -pero victoria, que ganando siempre se trabaja mejor- se convirtió en un 0-12 (del 55-61 al 55-73) demoledor.

Queda trabajo, pero hay que hacerlo. Y, a diferencia de Ortega en Salamanca (102 puntos en el debut, una anotación no vista en las cuatro últimas ligas), Xavi Fernández no puede permitirse el lujo de hacer una pretemporada porque perderá el tren. Pasado mañana, a prueba en la pista del campeón de copa. El Conquero va perdiendo piezas pero no se desintegra y ayer, jugando con cinco jugadoras y media y aún sin Aya Traore, va zurrar a domicilio al Bembibre, aquel equipo que forzó la marcha de Ortega de la Uni.

El plato que se come frío

Daria Mieloszynska, la cabecera polaca que jugó con el Uni hasta final de año, tenía marcada la fecha en el calendario. Firmó 21 puntos y fue el refugio de los ataques que quemaban. Otra exgironina, Sarr, hizo daño gracias a sus condiciones atléticas.

El Uni comenzó regalando en forma de pérdidas (9 en el primer cuarto) lo que obtenía en el rebote (12 a 6). Alternando buenas defensas con concesiones que sólo se explican por la falta de asimilación de normas y conceptos. Que Coulibaly (hasta que se lesionó) y Pickiute jugaran juntas es normal (Spanou y Kuktiene habían llegado viernes) y que Knezevic pierda espacio a favor de Lucas también forma parte de plan.

Con todo, es una evidencia de que el ataque del Uni se sigue sintiendo más cómodo en la transición. El último ataque de la primera mitad, con Lucas consumiendo segundos sin que nadie le ofreciera un bloqueo y lanzando un triple que no tocó el aro, es indicativo.

El peor momento, sin embargo, llegó en el tercer cuarto. El Uni anotó dos puntos en cuatro minutos (33-46). Había una racha que hiciera dudar al rival y, a pesar de gasto ingente de Coulibaly y la lucha de Givens contra el mundo, faltaba acierto. Los errores llevaban a una ansiedad que iba venciendo el equipo (45-56), con Sarr haciéndose inmensa. La racha llegó con Coulibaly y Lucas (52-56) y la eliminación de Bravard. Pero Aduriz y Mieloszynska rescataron un equipo que agonizaba en cada ataque y el Uni ya no fue el mismo.


Toni Romero
lesportiudecatalunya.cat