Miribilla acogerá el sábado un doble derbi vasco en el que el Bilbao Basket y el Gernika festejarán el 75 aniversario de la Federación Vizcaina. DEIA ha reunido a los dos técnicos. Sito Alonso y Mario López han conducido al Dominion Bilbao Basket y al Gernika Bizkaia a cotas importantes. La histórica jornada unificada de este sábado es una buena razón para juntarles y que hablen de baloncesto, al margen de las obligaciones del día a día.
¿Cambiarían por un día su trabajo este sábado?
-Mario López: Él seguro que no, jaja.
-Sito Alonso: Sinceramente, no, pero por desconocimiento. Para el baloncesto femenino no vale cualquiera. Desde mi punto de vista, es un trabajo complicado y poco respetado. Lo conozco bien, pero no sería capaz ahora de coger un equipo femenino. Necesitaría prepararme bien.
¿Al final, es tanta la diferencia entre uno y otro?
-M. L.: A nivel físico y de seguimiento de los medios, evidentemente. En aspectos técnicos, es más visual la técnica individual en las chicas porque todo va más despacio y se perciben mejor los detalles. En chicos, el físico permite explotar más el uno contra uno, el contraataque, las continuaciones del bloqueo directo por encima del aro. Son cosas que en los partidos de chicas no se pueden hacer. Ahora bien, en cuestiones tácticas no se hacen cosas demasiado diferentes.
-S. A.: Yo sigo al Gernika, pero también al Mann-Filter por amistad con Víctor Lapeña. Además, tuve la oportunidad de estar con él durante un año en el que estuve sin trabajo, fui a todos los entrenamientos y pude hacer algunas pruebas con aquel equipo de mujeres que luego apliqué cuando volví a entrenar a chicos. Eran una novedad y él me dio permiso para probarlas. El físico cambia la última parte de la ejecución del movimiento, pero en lo demás hay incluso más detalle porque para ellas es fundamental hacer bien el gesto técnico.
En el baloncesto masculino, se utiliza mucho la expresión “abrir el campo”. En el femenino, ¿hay una mayor primacía de las jugadoras interiores?
-M. L.: No tiene por qué. Nosotras no hemos tenido jugadoras interiores dominantes y creo que hemos hecho mejor baloncesto que la pasada temporada. Se abre menos el campo porque no hay tantas jugadoras que tiren y las metan desde siete metros. Los equipos permiten más los lanzamientos exteriores. Pero en la ACB si no defiendes a siete metros mueres.
-S. A.: Absolutamente. Pero yo creo que el juego interior se está perdiendo en el baloncesto masculino y el femenino. No hay jugadores y jugadoras que generen juego por sí mismos.
-M. L.: No, no las hay. Pero es que esas jugadoras dominantes tienen que estar rodeadas de otras buenas jugadoras para poder ser dominantes. En el baloncesto masculino, los cincos sí pueden lucir algo más porque todo el mundo tiene que estar más cerca de su par y puede haber más espacios.
En las dos últimas temporadas, sus equipos están logrando resultados muy importantes. ¿Dirían que por encima de sus posibilidades?
-S. A.: Ya sabes que no me gusta ese tipo de frases porque no creo en los límites de los equipos ni de los jugadores. Obviamente y en teoría, hay una clasificación de presupuestos, pero que no vale en cuanto se empieza a jugar, salvo para los que tienen un nivel mucho más alto. Entre los demás, lo que predomina es la chispa que haya en el equipo. Yo no estoy conforme porque creo que en lo que queda de temporada deberíamos optar a más cosas importantes.
-M. L.: Nosotras tampoco somos conformistas, pero el objetivo principal era lograr una solidez y una regularidad y consolidarnos en la Liga Femenina y lo hemos logrado. Como dice Sito, una cosa son los presupuestos y otra la clasificación real y eso depende del juego que hagas. Primero, hay que creer en lo que haces y no marcarse límites. Este año tenemos un equipo distinto, con referencias distintas, un presupuesto parecido y estamos en la misma posición, con posibilidades de ir más arriba. De lo que se trata es lograr un equipo competitivo siempre y ganar partidos. Quizás hemos pecado de no dar ese pasito en partidos difíciles que nos podían haber permitido estar ahora con más opciones de llegar al play-off.
Estos resultados ponen en valor su trabajo como entrenadores al sacar más de lo que, en teoría, tienen sus equipos y sus jugadores.
-S. A.: Nosotros todos los días estamos pensando en cómo mejorar a la jugadora para que el grupo se fortalezca. Creo mucho en la mejora individual de la jugadora, pese a que cambian de equipo casi cada año y hay muchos entrenadores que piensan que para qué van a mejorar a una jugadora si se va a ir. Pero no entiendo el baloncesto de otra manera.
-S. A.: Estoy de acuerdo. El resultado del equipo está condicionado a lo que hayas mejorado a los jugadores. Nosotros somos un ejemplo. El año pasado al único al que no conseguimos mejorar fue a Danilo Andjusic. Entono el mea culpa por no lograr los objetivos que tenía con él. Con los demás, sí lo conseguí y por eso el equipo se fue hasta la quinta plaza. Este año hay más jugadores de este tipo, pero en un 50% aún no he conseguido lo que quiero de ellos y me tiene preocupado en lo que depende de mí. Si esos no llegan, a lo mejor no conseguimos los objetivos como grupo.
En su manera de pensar está muy presente la cuestión de la identidad, algo que puede diluirse con tanto movimiento en las plantillas.
-S. A.: Es importante. No tanto que el equipo juegue a lo que quiere Sito, sino que tenga unos valores que hay que conocer y la gente que viene a Miribilla se identifique con ellos. Todo el mundo habla del esfuerzo, pero no es solo eso, sino cómo lo haces para que el público se sienta identificado. El año pasado lo logramos al 100% y este año estamos en un 75%, quizás porque tenemos unos recursos diferentes. La identidad de un equipo debe ser lo que quiere ver la gente.
-M. L.: En Gernika, las señas de identidad están claras desde las categorías inferiores porque es lo que a la gente le gusta y a lo que las jugadoras están habituadas porque lo trabajan desde pequeñas. Cuando llegan arriba, conocen las señas de identidad. Seguramente por eso llenamos Maloste. Hay cosas que son innegociables como el esfuerzo diario y las ganas de mejorar y otras que se adquieren. Contar con una base importante del año anterior ayuda y no nos ha costado encajar a las nuevas. Pero no estamos defendiendo lo que queríamos al principio porque algunas jugadoras no se han adaptado y ha habido que variar algunas cosas.
-S. A.: En la ACB ha aprendido, sobre todo en mi segundo año en Donostia, que los jugadores que llegan a un equipo tienen que saber quiénes son los referentes y conocerlos. Allí ocurrió con Salgado o Papamakarios. Nadie los conocía por lo que no se creó ese respeto. Si viene Ruoff, tiene que saber que Mumbrú es una institución y que si te da dos o tres consejos, se tiene que callar hasta el entrenador. Los referentes son importantes, pero hay que buscar el punto intermedio. Yo creo que primero hay que obligar a hacer unas cosas fundamentales y luego convencer porque esas cosas dan resultado. Querer convencer solo desde el principio no me ha ido bien.
En sus plantillas ha habido pocos cambios, mientras otros equipos pueden tener quince jugadores.
-S. A.: Ahora nosotros tenemos quince cuando vienen los del Zornotza, pero casi nunca estamos todos... Yo lo que echo de menos es tener cantera. A mí me gustaba mucho cuando en Badalona los lunes y martes entrenábamos con 18 o 19 jugadores de 15-16 años, todos a la vez. Eso en Gernika lo tienen. Es bonito porque no tienes que buscar fuera lo que tienes en casa.
-M. L.: Las jugadoras si están a gusto no quieren marcharse, salvo que tengan ofertas mucho más importantes como nos ocurrió con Mosby o Miller. En ese caso, toca reinventarse y para el entrenador supone un orgullo y dignifica tu trabajo que esa jugadora se revalorice en su carrera.
Hablando de formación, ¿creen que los jóvenes llegan mejor preparados que hace 10-15 años atrás?
-S. A.: Creo que no.
-M. L.: Con menos horas de vuelo y de trabajo, seguro.
-S. A.: Pero no creo que sea culpa de ellos. La juventud ha pegado un cambio radical y el sentido del trabajo es diferente en cuanto al compromiso con el equipo. Ahora hay más posibilidades de hacer otras cosas y abandonar las que suponen un esfuerzo importante. Pero la principal culpa de que lleguen peor formados, según mi punto de vista, es de los entrenadores. La primera parte de la formación es esencial. No pueden llegar jugadores a cadete o junior con tantos déficits técnicos. Yo cuando voy a mis campus siempre estoy con los más pequeños que son los que más lo necesitan. Ahora, por ejemplo, tampoco existe la categoría junior de antes. Y la EBA no es la que yo conocí, cuando había que jugar con siete jugadores menores de 21 años. Ahora con la crisis también hay oportunidades, pero los jugadores no tienen ese eslabón y se pierden por el camino.
-M. L.: Yo echo la culpa a los entrenadores, pero no toda. Yo siempre digo que lo que hay que conseguir en las primeras etapas es que las jugadoras amen el baloncesto. Cuando lleguen a 1º de la ESO les tiene que gustar porque solo de esa manera van a entrenar en verano, van a ir a campus... Hay equipos de formación que cuando acaba la temporada no se vuelven a juntar hasta cinco meses después. De ahí no pueden salir jugadoras. Si tienes un equipo y lo cuidas, se crea una atmósfera en la que la jugadora quiera progresar. Otra cosa es lo que tarde en bajar el baloncesto en su escala de valores porque los padres enseguida dicen que la jugadora no va a vivir de eso. En este sentido, los jugadores tienen más apoyo. Pero los entrenadores debemos ser más cuidadosos en esa etapa inicial. Si el jugador y sus padres ven una progresión, va a seguir jugando.
-S. A.: También se han perdido las referencias, salvo en los sitios pequeños. En Gernika muchas niñas querrán llegar arriba para que les entrene Mario, al que han visto desde pequeñas. Yo cuando estaba en Zaragoza era del Helios y solo del Helios. Yo no me imaginaba ir al Stadium, o al Olivar o al Venecia. Todo el día estaba en Helios, quería ir creciendo allí. Ahora, los entrenadores quieren ganar dinero y entrenan al infantil de un club, al cadete de otro y al junior de un tercero, si pueden. Perder este arraigo, este compromiso con tu club, me parece malo. Yo estuve diez años en Monzón hasta que me llego la oferta del Joventut y el presidente casi me obligó a cogerla. Yo he firmado cinco años porque quiero estar cinco años en el Bilbao Basket para crear algo todos juntos, para que quede poso para el que venga por detrás.
En el baloncesto ha surgido una figura como Stephen Curry. ¿Se puede hablar de una revolución?
-M. L.: Ojalá hubiese más Currys, ojalá tuviéramos cinco en cada equipo. Abriría los ojos a muchos.
S. A.: A mí me preocupa que los baloncestos converjan en criterios técnicos: saber qué se puede y qué no se puede hacer, quién puede y quién no, dónde se puede y dónde no. No es un tema de árbitros, sino de ponerse de acuerdo en no coartar la felicidad de un jugador y acabar con la esencia de la técnica individual.
-M.L.: Se trata de que lo que valga aquí valga en China.
-S. A.: Unificar para saber qué debemos enseñar, ser valientes e insistentes en la mejora sin pensar en el resultado. Hay que avanzar para que el baloncesto sea más divertido.
Roberto Calvo
fotos: Mario López, Óscar Martínez
deia.com