Tras el partido del pasado sábado que cerraba la temporada regular en el Antela Parada aun queda lo mejor, la fase de ascensos en Lugo del 23 al 26 de Abril. Un partido entre dos equipos que habían hecho los deberes hace ya unas jornadas y que solo se jugaban la efímera gloria de la última victoria.
Pero para la gente del Club Baloncesto Alcobendas lo importante era el final, por dentro cantábamos esa canción de:…y el resultado nos da igual.
La sorpresa que nos reservaba el final del partido no era, ni más ni menos, que el merecido homenaje al eterno número 7 en su último partido oficial en el Antela Parada ante su afición.
Y como si de un guión se tratara el capricho de la competición quiso que la despedida de Ana fuera ante el equipo en el que empezó a dar sus primeros pasos, Estudiantes.
Todos estábamos mirando al marcador esperando que faltaran dos minutos para finalizar el partido porque en ese instante se despedía de jugadora en el Antela Parada Ana Aritzmendi, nuestra eterna capi, nuestro espejo de cantera.
Cuando en ese momento la grada y sus compañeras de banquillo se pusieron la camiseta con la cara de Ana y el siete a la espalda un montón de sentimientos recorrieron el pabellón.
Dicen que al final la vida es justa con quien da y Ana empezó a recoger lo que había estado sembrando durante muchos años.
Los segundos comenzaron a pasar lentamente, como fotogramas de una película, que nos trasladaban en cada respiración las imágenes de Ana, que cuando miró hacía arriba, beso el escudo de su camiseta y descubrió que la grada estaba llena de tantas compañeras de equipo, tanto del Club como de su época de Estudiantes, Canoe y Canal, no pudo contener el torrente de emociones que se desbordaron en un río emociones, recuerdos y sentimientos.
Cada lágrima que comenzó a correr por las mejillas de Aritz representaba el recuerdo de la lucha, el esfuerzo, la abnegación, el ejemplo, la entrega en tantos y tantos partidos en los que supo poner lo mejor de sí misma y trasladar esos valores que el baloncesto entraña.
Nadie quiso perderse este familiar y entrañable homenaje. Vinieron compañeras que ahora están en lugares tan dispares como Logroño, Granada, Tenerife y ¡¡Londres¡¡. Desde Felipe Reyes a las jugadoras del benjamín del club. No había distancia insalvable con tal de estar al lado de quien tanto había dado en sus años en las canchas.
El número 7 ya no es sólo ese primo mágico que tanto significa en la kábala. Ha pasado a ser eterno de la mano de la capitana eterna, Ana Aritzmendi.
Gracias por todo lo que nos has hecho vivir y esperamos poder seguir contando contigo en otras facetas.
De mayores, queremos ser como tú
#EspitiruCBA