Beatriz Zudaire, de 23 años, entró en el quinteto ideal y se colgó el pasado 18 de agosto la medalla de bronce en el Europeo de baloncesto paralímpico, en Rotterdam
La navarra Beatriz Zudaire, de 23 años (8/6/2000), que reside entre Pamplona y Murcia, consiguió el pasado 18 de agosto formar parte del quinteto ideal y colgarse, junto con la selección española, la medalla de bronce en el Europeo de Rotterdam de baloncesto en silla de ruedas. Un deporte con el que soñó jugar desde que era pequeña.
¿Qué tal fue el Europeo de Rotterdam?
–Increíble, sobre todo el final. Conseguimos llevarnos a casa la medalla de bronce, aunque en el Europeo de Madrid, en 2021, también lo conseguimos. Además, entré dentro del quinteto ideal y es un orgullo.
¿Cómo lo vivió? Ya no solo por conseguir el bronce, sino también por haber entrado en el quinteto ideal.
–Ha sido un año largo, con mucho trabajo detrás y de entrenamientos muy duros. Conseguir esa final en Rotterdam fue un premio por estos tres meses de esfuerzo. Al final se vio y tuvimos una recompensa increíble. Fue una sensación muy gratificante.
¿Cómo se preparó?
–Durante los meses de mayo y junio, alrededor de tres semanas, cada una estuvimos entrenando con nuestros clubes por separado. Cuando quedaba un mes y medio para el Europeo, más o menos, empezamos a hacer concentraciones en distintas ciudades de España, como Murcia, y diez días antes en Madrid. También nos juntamos en Murcia unas cinco o seis jugadoras con el seleccionador para entrenar, pero no fueron concentraciones como tal.
¿Cuál fue su mejor momento durante el Europeo?
–Al final llegas muy cansada, tanto física como mentalmente, pero con un objetivo claro: llevarse la medalla a casa. Estando allí te olvidas de todo y te concentras en conseguir lo que tienes en mente. Y, en esta ocasión, tuvo un broche final de oro. Ese fue el mejor momento.
¿Y el más duro?
–La fase de grupos, porque hubo partidos complicados, sobre todo contra Inglaterra y contra Alemania, con quien luego estuvimos luchando por el tercer puesto en el podio. Aún así, sí que es cierto que te quedas con una sensación un poco agridulce. Por un lado sientes mucha alegría y satisfacción pero, por el otro, también está el hecho de pensar que podrías haber hecho más.
¿Ha ganado algún otro premio en algún otro momento?
–En 2016 gané el oro en el Europeo B, un campeonato entre los tres o cuatro equipos que nos quedamos fuera de Río. En Tokio conseguimos la octava posición junto con un diploma paralímpico. Y, en cuanto a Mundiales, el de 2018, en Hamburgo, donde quedamos séptimas, y el de este año, en Rotterdam, en tercera posición.
¿Qué fue lo que le motivó a jugar al baloncesto y no a otro deporte?
–El baloncesto es un deporte muy querido en mi familia. Siempre he visto los partidos de la selección y también a mi hermano Alberto, que por aquel entonces jugaba en Larraona Claret y ahora es presidente de BSR Navarra, un equipo de baloncesto en silla de ruedas que ha creado mi familia. Ser parte de este deporte es algo que he querido desde que era pequeña, pero no tenía la oportunidad de jugar.
¿Cuándo empezó a jugar?
–En 2014, cuando tenía 14 años, estaba viendo un partido de Basket Navarra, del que siempre he sido muy fan, con Iñaki Narros como referente, y coincidí con un árbitro, Juanma Uruñuela, que fue quien, sin saberlo, me dio un contacto que cambiaría todo. Me presentó a Lander Lozano, un entrenador de un campus inclusivo en Vitoria. Hablé con él y me dijo que fuera, y eso hice. Al principio fue simplemente por probar, pero estuve allí una semana con mi hermano y ya no había quien me sacase. Ahí empezó todo, Lander se convirtió en mi primer entrenador y Zuzenak de Vitoria fue el primer club en el que jugué (2014-2018). Actualmente estoy en el UCAM Murcia desde ese año.
¿Cuál es el mejor recuerdo que tiene de toda su trayectoria deportiva?
–El mejor y el más bonito diría que los Juegos Paralímpicos. Es un sueño y al final sientes como la obligación de tener que vivirlo sí o sí. Aún así, fue un momento difícil, porque nos pilló con el covid y eso lo complicó más. Pero fue imposible renunciar a la oportunidad. Luego también este Mundial, el de Rotterdam. Ha sido una explosión de emociones y siento que he dado lo mejor de mí, aunque siempre aspiro a mejorar.
¿Y el más complicado?
–Aquí también diría los Juegos Paralímpicos, porque no dejó de ser una experiencia increíble e inolvidable, aunque también un choque de realidad muy fuerte. No dejó de ser una experiencia nueva que, aunque fue bonita, nos hizo sufrir mucho. Veníamos de una burbuja por el covid y volvimos derrotadas.
¿Tiene ahora alguna meta a futuro?
–Una vez llegamos de Rotterdam, todas tuvimos un objetivo claro: entrar en la repesca de los Paralímpicos de París, en abril de 2024. Desde entonces, estamos centradas en conseguirlo.
María Aguirre
noticiasdenavarra.com
foto: Basket BSR