La alero, elegida hace unas semanas MVP de la temporada, lideró con 21 puntos el triunfo de las Mystics en el quinto partido (89-78).

 

 

Cundía tal ambiente de euforia, propio del primer título de la WNBA en la historia de las Mystics, que una de sus compañeras confesó lo que hasta entonces sólo el vestuario sabía. "Elena no sufre sólo una pequeña hernia de disco", deslizó Natasha Cloud ante los periodistas, que habían manejado ese diagnóstico oficial desde el pasado 2 de octubre. "Elena ha jugado estos partidos con tres hernias", añadió la base, mientras Elena Delle Donne, a su vera, se tapaba la cara con las manos. La MVP de 2015 y 2019 parecía avergonzarse de su propia heroicidad.

La sala de prensa del Entertainment and Sports Arena de Washington fue el postrero escenario de la gesta de la alero estadounidense, de 30 años, todo un ejemplo de coraje y dedicación. Sus 21 puntos, nueve rebotes, dos asistencias y dos tapones resultaron cruciales para el triunfo en el quinto partido (89-78) ante las Connecticut Sun (3-2).

Ajenas a la vanagloria, las primeras palabras de Delle Donne se centraron en el colectivo. "Estoy muy orgullosa de este equipo. Todas las personas lo merecen aquí dentro", subrayó la líder espiritual de las Mystics. Con 72-72 y menos de seis minutos para el bocinazo final, supo liderar con cuatro puntos un parcial de 8-0 que ya no encontró réplica posible.
Lesión de rodilla

Ni siquiera la belga Emma Meesseman, elegida MVP de las Finales tras promediar 17,8 puntos y 4,5 rebotes, parecía hacer sombra a la ex jugadora de las Chicago Sky. Los graves problemas de espalda, revelados por Cloud, se sumaban a esa fractura en la nariz que la ha obligado a jugar, desde comienzo de temporada, con una máscara protectora.

El dolor, en ningún caso, iba a frenar a esta intrépida mujer, que tras el segundo partido ante las Sun, donde sólo aguantó tres minutos en pista, no podía siquiera caminar. Su formidable temple ya había quedado a prueba en más ocasiones. De ello puede dar fe la aparatosa protección que luce en su rodilla izquierda.


El ejemplo de Lizzie

La férula supone el último recuerdo a esa lesión que condicionó su rendimiento durante la pasada campaña, la tercera en Washington, adonde llegó por otras razones que trascienden lo deportivo. "Algunos nunca han entendido mis decisiones, pero Lizzie ha guiado siempre mis pasos. De algún modo ella me ha traído hasta este anillo", concretó Elena, con la lógica emoción del momento.

Lizzie es su hermana, ciega, sorda y con parálisis cerebral. Su inspiración. Su ejemplo para tantas cosas. Para abandonar el prestigioso equipo de la Universidad de Connecticut y quedarse siempre lo más cerca de ella. Ahora, la casa de la familia en Delaware queda a apenas a dos horas de coche. Y Delle Donne puede conciliar su trabajo como estrella de la WNBA con el título oficioso de mejor hermana del mundo

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