Los seleccionadores femeninos conversaron en Atlántico sobre el momento de sus deportes y reivindicaron el papel de la mujer
Las selecciones femeninas de baloncesto y balonmano han sido una fuente constante de éxitos para el deporte español en los últimos años.

Por eso, el vigués Miguel Méndez y el guardés de adopción José Ignacio Prades asumieron sus banquillos con responsabilidad hace poco más de un año. Y con ilusión. Desde entonces, ambos han transitado por una senda de renovación generacional con los Juegos de París en el horizonte y los dos la repasan en su visita navideña a Atlántico.

“Fue inesperado y no entraba en mis planes. Pero cuando el corazón palpita…", explica Méndez, por aquel entonces en el Ekaterimburgo, equipo ruso con el que ganó tres Euroligas consecutivas en el clímax de una carrera con títulos en España, Italia y Rusia. “Papá, cómo vas a decir que no, si París es dentro de dos años”, recuerda que le animó su hija. “Empatizo mucho con él”, sostiene Prades. Su caso fue ligeramente distinto, ya que el petrerí ya estaba en la selección de balonmano como segundo. La Federación decidió girar el timón tras los Juegos de Tokio, destituyó a Carlos Viver y ofreció el puesto al entonces técnico del Guardés. “Surgió de repente y la familia me empujó. ¡Faltaban un par de meses para el Mundial!", destaca.
Fue el pistoletazo de salida para un cuarto puesto en la cita global del año pasado y un noveno en la continental de hace un mes y medio. “El cambio generacional necesita que haya un punto de partida”, reflexiona Prades, que tiene claro que debe haber exigencia competitiva, pero también que “todo tiene un proceso". En ese camino está también Méndez con una selección que acaba de sacar el billete para el Eurobasket de junio. “En nuestro caso es algo obligado. Las mejores generaciones han decidido retirarse, el quinteto inicial desaparece y no queda otra”, apunta el técnico vigués.

El paralelismo entre ambos continúa. Cuando asumieron los cargos, ambos entrenaban en clubes. Por diversos motivos, ahora son seleccionadores en exclusiva. Pros y contras. Como todo. Y enfoques distintos. “La selección requiere un vínculo prácticamente diario y una atención y dedicación plena”, expresa Prades, que cree que estar a tiempo completo es “positivo” por todo lo que “aglutina” dirigir a las Guerreras. Por su parte, Méndez cree que compatibilizar es de ayuda en facetas importantes. “Dirigir, cambiar cosas sobre la marcha, tiempos muertos… Te da una agilidad mental que es fundamental”, afirma, antes de dar una noticia: “Espero volver a compaginar. Si encontrase un buen proyecto la próxima temporada, no creo que la selección tuviera menos atención por mi parte”, proclama. 
En pleno ejercicio de mirar hacia el futuro, ambos se toman un momento para echar la vista atrás. “Empecé con chicos en Petrer, luego pasé a femenino en Elda y hasta hoy. Desde los campos de tierra a los estadios”, bromea Prades. “¡Qué importante es eso!”, apostilla Méndez, que pone en valor “pasar por todas las categorías”.
Ahora, como seleccionadores de sus respectivos deportes, ambos mezclan responsabilidad con felicidad. “Estoy muy contento. Quiero ayudar a estas jugadoras a armar un equipo que pelee por ganar cosas”, reflexiona el vigués. El guardés de adopción asiente mientras escucha. “Es un orgullo tremendo representar a tu país y a tu deporte”, concluye Prades. Palabra de seleccionadores. 

 

“Los Juegos son el sueño de cualquier deportista”
A falta de un año y medio para los Juegos Olímpicos de París, cualquier deportista diría que es algo lejano, que no le ocupa tiempo en sus pensamientos. No es el caso de Miguel Méndez. “Yo sí que pienso en ellos. Claramente, además”, expresa rotundo el seleccionador de baloncesto. “Es una de las motivaciones que me ha impulsado a aceptar la oferta cuando a nivel profesional estaban mis expectativas colmadas”, expresa el vigués.
A diferencia de Méndez, Prades ya sabe lo que es la experiencia olímpica. Estuvo en Tokio como segundo, pero anhela ir a París como seleccionador. “Empatizo mil por mil con Miguel”, afirma a modo de prólogo. “Es un sueño que todos tenemos y lo máximo a lo que puede aspirar un deportista”, destaca el extécnico del Guardés.
Pero para llegar a París, hay pasos que dar. Las Guerreras malograron su primera bala en el Europeo de hace unas semanas y tendrá que sacarse el billete vía Mundial. Para clasificarse, deben derrotar a Austria en un play-off a doble partido en abril. “Queremos aprovechar la segunda oportunidad”, dice Prades. Por su parte, la selección de baloncesto tiene a tiro cinco plazas para el preolímpico en el Eurobasket. “Es el primer objetivo, pero no quiero pararme ahí”, enfatiza Méndez. “Pelearemos por representar al deporte español en la cita olímpica”, remata Prades a modo de portavoz.

 

“Vivimos en una sociedad machista y nos queda un camino muy largo por recorrer”
Hablar de feminismo desde la óptica de tres hombres no es fácil. Probablemente, ni siquiera recomendable. Pero, si dos de ellos son seleccionadores femeninos, con muchos años trabajando codo a codo con mujeres, la situación mejora. Sobre todo, si se acomete con perspectiva de género. Sin paternalismos. “Vivimos en una sociedad machista”, espeta Miguel Méndez sin dudar. “Aún nos queda un camino muy largo para la igualdad”, apostilla Prades. Los dos coinciden en que “se han dado pasos, pero no los suficientes".
Es en este punto cuando la conversación sube de ritmo y ambos entrenadores intercambian experiencias. “El 70% de las chicas deja de jugar a baloncesto a los 16 años. Es un dato que en chicos no existe”, desvela Méndez. “En ese sentido, es muy importante la profesionalización”, responde Prades, que argumenta que “no poder ganarse la vida con el deporte redunda en el desánimo de las jugadoras” para seguir formándose. “Solo el hecho de ser hombre otorga un privilegio”, sentencia el técnico alicantino afincado en A Guarda. “Nadie habla de los niños del baloncesto pero sí de las niñas. Las palabras importan", afina Méndez sobre los micromachismos.

“Soy padre de un hijo de raza negra. Y sí, tengo que decir que somos una sociedad racista. Antes de tenerlo, igual mi idea era diferente, pero ahora lo veo casi todos los días. Pues con el machismo en el deporte, lo veo, lo leo y lo escucho muchas veces”, ejemplifica Méndez, que aboga por dar a las mujeres “todas las facilidades” para que tengan el mismo punto de partida que los hombres. A partir de ahí, animarlas a que se empoderen. Prades comparte ese punto de vista y ambos lamentan que no haya más acento femenino en los cursos de entrenadoras. “Hay que darles todas las herramientas para que se desarrollen y seguir trabajando”, expresa el técnico de las Guerreras. 

Como seleccionadores y como hombres, ambos entienden que “todo lo que se pueda hacer es poco” en el camino hacia la igualdad. “Lo primero es desarrollar nuestro trabajo al mayor nivel posible”, apunta Méndez como primer paso para ganar visibilidad. “Luego, dar espacios a mujeres que nos han dado tanto”, añade, poniendo como ejemplo a Laia Palau, leyenda del baloncesto español recién retirada. “Rápidamente, le hemos buscado un sitio en nuestro equipo”, desvela Méndez, que está en contra de que a las jugadoras las tengan que entrenar y arbitrar mujeres exclusivamente. “Es un punto de machismo. Me recuerda a los colegios de hace 40 años. Gracias a dios, está superado. Yo lo que quiero es que esa directiva sea presidenta del Real Madrid o esa entrenadora dirija a Baskonia, Unicaja o Barça”, desea. Prades empatiza con su colega, agradece que su Federación equipare “a hombres y mujeres” y anima a continuar por esta larga senda hacia la ansiada paridad total. “Tenemos que seguir reivindicando el papel de la mujer. La capacidad no entiende de géneros”, concluye. Palabra de aliados.

 

“La dificultad de un grupo no depende del género”
Más allá de dirigir a hombres o a mujeres, un técnico entrena a personas. Y aunque Miguel Méndez y José Ignacio Prades llevan muchos años al frente de colectivos femeninos, saben lo que es trabajar con plantillas masculinas. Y ambos se desmarcan de grandes diferenciaciones. “Cuando dicen que las mujeres son más complejas, a mí no me gusta. Eso no depende del género”, sentencia el seleccionador de balonmano. “Hay grupos de hombres dificilísimos. De lo que se trata es de cómo conectas, empatizas o haces sentir a tu equipo. Es lo más importante para un gestor de grupo", añade el mejor técnico de la historia del Guardés.
Méndez asiente mientras le escucha. Coincide en que lo que sucede en el plano humano no tiene relación con ser hombre o mujer, pero sí reconoce matices en lo deportivo. Al menos en el baloncesto. “El balonmano no pierde espectacularidad. Es rápido y atractivo para ver por televisión. Nuestro deporte es diferente. El cambio más importante es la tercera dimensión: las mujeres no saltan. Eso lleva a defensas, ataques y tácticas diferentes”, explica el seleccionador vigués, que apuesta por “vender el producto de forma diferente” para seducir a más aficionados porque “no es ni mejor ni peor; solo distinto” al masculino. 

“Las referencias son clave y Teresa Portela es dios”
Para que las niñas de hoy sean las mujeres empoderadas de mañana es imprescindible que tengan referencias femeninas. “Es clave”, sostiene el técnico vigués, que va más allá del deporte. “Esta sociedad machista obliga a las mujeres a ser pioneras”, añade. Y si hay una referente deportiva que abre camino es Teresa Portela. “Es un ejemplo perfecto”, dice Prades. “Para mí es dios”, añade Méndez sin dudar, al tiempo que lamenta que sea “muchísimo menos conocida” que Saúl Craviotto. “Es madre, lleva seis Juegos, es subcampeona olímpica. Su nombre debería estar en las puertas de muchos centros deportivos de nuestro país”, finaliza sobre la palista canguesa.

“Puedes ser lo que quieras ser”
Además de seleccionadores, Méndez y Prades son padres de niñas. Y los dos coinciden en algo que dicen a menudo a sus hijas. “Puedes ser lo que quieras ser”, sentencian los dos. El vigués se lo dice a diario a la suya, de 15 años. “Bombera, policía, soldado… Lo que sea”, destaca. “Que nadie te diga lo contrario”, enfatiza Prades sobre su pequeña, que acaba de cumplir los 6. “Tenemos que animarlas y ponérselo tan fácil como a los hombres. Deben darse cuenta de que pueden hacerlo”, concluyen. Educación en empoderamiento.

Borja Refojos
atlantico.net