Para algunas personas el baloncesto está en su ADN. Es algo inherente a su naturaleza, algo que no puede explicarse, simplemente porque desde que tienen uso de razón han crecido rodeadas de este deporte.
Es el caso de Julia Reisingerová (1,94m, 1998), hija de la pívot Petra Reisingerová—máxima anotadora histórica de la liga checa con más de 6.000 puntos—, a la que iba a ver en la cancha siendo un bebé y casi sin ser consciente de ello. “Yo crecí en la pista. Mi madre paró para tenerme y volvió a jugar cuando yo tenía casi un año. Yo estaba en el carrito y ella entrenando”, explica la interior checa, que reconoce que siempre ha tenido un balón naranja en sus manos. Y de tal palo, tal astilla: “Cuando tenía cuatro años ya comencé a jugar. Vivo con la pelota desde que soy un bebé y era algo muy mío, con lo que he crecido siempre”, reconoce.
Petra Reisingerová (1,96m, 1983) es de la generación dorada del baloncesto checo y no consiguió hacerse un hueco en ese equipo que ganó una plata mundial (2010) y consiguió un oro (2005) y una plata europeas (2003). Jugó gran parte de su trayectoria entre Alemania y Chequia, y consiguió ser internacional con la disciplina de 3x3. Eso sí, además de su pasión por este deporte, le transmitió a su hija algo todavía más vital. “Lo más importante que me ha enseñado mi madre es a no rendirme nunca. A no dejar nunca de luchar, estar siempre para el equipo, aunque estés enferma o lesionada, siempre puedes hacer algo para ayudar. Pienso que lo estoy intentando también, a veces es difícil porque siempre tienes algún momento bajo. Pero intento hacer lo mismo que ella, apoyar siempre sea cuál sea la circunstancia”.
La interior, una de las referentes de Chequia (es la máxima anotadora de su equipo con 10,3 puntos por partido), expone que el partido del miércoles será ilusionante por muchos motivos. “He jugado muchos años en España, me casé ahí, en Cataluña… Es un partido que es más especial. Pero al final es uno más y voy con muchas ganas de jugar”. De sus seis temporadas en Liga Femenina Endesa (2017-23), en dos de ellas coincidió con María Araújo. “María se para difícil (ríe)”, dice la checa de su excompañera a la par que añade: “Son todas muy buenas. Una sin la otra no serían el equipo que son. Pero además creo que María ahora tiene mucha confianza, sabe lo que hace, ha crecido mucho y creo que es ya una jugadora mejor de cuando jugábamos juntas en Girona”.
En un partido a vida o muerte no hay amistades que valgan. España deberá apear a República Checa si quiere tener opciones de colgarse una medalla en este Eurobasket. Si superan el escollo el premio será doble: jugar unas semifinales y sellar el billete para disputar el torneo clasificatorio para el mundial de Alemania de 2026. Lo sabe bien la ala-pívot María Araújo (1,87m, 1997), que se muestra aliviada de no ser la que va a tener que bregarse con Reisingerová. “Con Julia nos conocemos mucho. Por suerte, Awa (Fam) y Raquel (Carrera) físicamente son grandes y… que se peguen ellas mucho (ríe). Tendremos que hacer un buen análisis, saber sus puntos débiles y fuertes y poder jugar con eso. Creo que tenemos talento defensivo para pelearnos ahí abajo”, explica.
Habrá muchos ojos atentos al duelo de cuartos de final. Una de las personas que no se lo perderá será Ángeles Araújo (Galicia, 1964), de la que María heredó algo más que su genética. “Mi madre tiene una Copa de la Reina de los años... No lo sé, bastante antigua. Y creo que, sin quererlo, porque ella nunca lo dijo, pues yo comencé a jugar y me gustó mucho. Por eso llevo también el apellido de mi madre y el número de mi madre. Siempre fue como; Ocho, Araújo. Ocho, Araújo”, dice la ala-pívot de quién fue una de las integrantes del Celta de Vigo que en la década de los ochenta reinó en España.
Siguiendo los pasos de su progenitora, que fue internacional en 30 ocasiones y disputó el Eurobasket de Hungría 1983, la de Vigo se empapó del juego de la canasta desde pequeña. “Tengo esa imagen de ir con mi abuela y con mi madre a As Travesas y claro, Alba (Torrens) era la joven y Miguel (Méndez) estaba entrenando. (…) Y ahora estar aquí y poder compartir pista… En su día era; ‘ojalá pudiera estar donde está Alba’, y ahora estar aquí es muy guay”, reconoce la jugadora.
La carrera profesional de la interior no ha sido fácil. La ala-pívot se lesionó doblemente el ligamento cruzado de la rodilla (2021 y 2023) y eso puso en jaque su futuro como profesional. Y cuando algo que quieres parece desvanecerse de la yema de los dedos, volver a ello es algo inexplicable. “Yo entré en la selección en 2017, si no me equivoco, y al final por una cosa o por otra (covid o lesiones) se me ha escapado poder jugar un Eurobasket y eso lo hace más especial aún”, dice la gallega, que añade que una de las cualidades que ha heredado de su madre es “la resiliencia”: “Al final cuando quieres algo… Mi madre luchó mucho también en aspectos personales y esa es una parte que me llevo: luchar y ser positiva”. Y pese a los baches del camino, la jugadora tiene claro que está donde debe estar: “Las emociones que siento cuando juego no las he encontrado en otro lugar, así que donde estoy sigue siendo el sitio correcto”, sentencia Araújo.
El miércoles en la pista central del pabellón de la Paz y la Amistad de El Pireo, el número 8 español y el 44 checo luciern con orgullo los apellidos de sus primeras referentes. Aquellas que las acompañaron en sus primeros pasos y que ahora las ven brillar trazando su propio camino.
Clara Julia
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