El entrenador aragonés dirigirá al combinado femenino norteamericano en los Juegos Olímpicos de París 2024 tras haber anunciado que la próxima temporada volverá a Turquía con el Cukurova
El aragonés Víctor Lapeña empezó como técnico de baloncesto en el Stadium Casablanca, entrenó al Mann Filter y fue subiendo en la selección española desde la sub-16 hasta la absoluta, donde estuvo como ayudante. Fue en 2018 cuando se fue se fue a Rusia y, desde entonces no ha vuelto, pasando por Turquía y Canadá y cosechando grandes éxitos. En escasos dos meses dirigirá a Canadá en los Juegos Olímpicos París 2024 y después volverá a Turquía para dirigir al Cukurova, equipo que esta temporada eliminó al Casademont de la Euroliga.
¿Qué significa para usted el Stadium Casablanca?
El Stadium Casablanca es una entidad que ha formado parte de mi vida desde que nací, porque mis padres eran socios del Stadium Casablanca y mi infancia la pasé allí. Después, con el tiempo, me fui a alejando porque yo jugué en Helios y, con 14 o 15 años, tenía a todos mis amigos allí. Pero bueno, una vez que acabé los estudios, volví. Regresé al Stadium, me dieron la oportunidad para entrenar a través de José Descartín y Armando Loren. Y poco a poco tuve las primeras oportunidades, que el antiguo vicepresidente José Ignacio Madota me apoyó muchísimo y el presidente que había por aquel entonces, llevando al equipo de Liga EBA, masculino, llevando al equipo de Liga Femenina II y luego ya me permitió irme a seguir con mi vida profesional por otros sitios. Volviendo a Zaragoza, al antiguo Mann Filter. Hasta que, por casualidades de la vida y cuando yo estaba en una situación difícil y ellos intentando no descender, coincidió que en ese momento yo no estaba entrenando y pudimos estar juntos.
¿Hubiese llegado tan lejos sin el Stadium?
Fue clave en todo esto. ¿Si yo hubiera llegado a ser entrenador de élite sin el Stadium de por medio? No lo sé. Nunca me lo he planteado de esa manera, pero estoy seguro de que sin el Stadium probablemente no hubiera podido ganar algunas de las experiencias que he adquirido para llegar a ser profesional y hubiera sido seguramente más difícil o diferente.
¿Cómo se plantean estos Juegos Olímpicos para usted? ¿Cómo los está preparando?
Ahora mismo, para Canadá, jugar estos Juegos Olímpicos significa el poder mezclar una serie de generaciones que unas han dado ya éxitos a Canadá y otras están empezando. Atletas jóvenes con mucho talento, entonces me lo planteo como si fuera un puzle. Tengo cuatro jugadoras en la WNBA, algunas jugadoras que han terminado ahora su año en la NCAA (la Liga universitaria), y tengo otras que este año no han jugado, como Natalie Achonwa o Nirra Fields. Todo esto no es sencillo de completar, entonces me lo tomo con mucha filosofía, mucha calma y esperando que las oportunidades de juntarlas sean muchas durante el verano. Sabiendo que al final van a ser pocas, porque a las jugadoras WNBA no las tendré hasta una semana antes de los Juegos. Entonces el trabajo que hemos hecho previamente creo que nos va a ayudar mucho a crear una cultura ganadora.
¿Qué tal lo llevan las jugadoras?
En estos dos años que llevo aquí he podido desarrollar muy bien las relaciones personales con ellas, creo que tengo un grupo muy unido. Creen mucho en mí y eso es lo más importante. Teniendo en cuenta que el último punto y en el cual estoy muy encima es que si queremos competir necesitamos que las jugadoras estén sanas. Entonces cruzando los dedos para que en la WNBA o durante mi concentración o durante los partidos, todas acaben llegando al primer partido contra Francia el 29 de julio en perfectas condiciones para competir. Porque si estamos sanos podemos competir contra cualquiera.
¿Qué se siente al jugar contra su país en unos Juegos Olímpicos?
Fue algo que al principio no me creó ningún tipo de sensación antes del partido. Empecé a prepararlo sabiendo que, tal y como llegábamos nosotros al torneo, iba a ser muy complicado ganar. Creo que competimos muy bien los tres partidos del preolímpico. Pero las emociones vinieron cuando sonó el himno. Y no me pude casi contener por dentro y eso que nada sentía que no hubiera, pero la sensación estuvo igual. Desde el año 2007 hasta el 2017 estuve formando parte de las selecciones nacionales, tanto senior como todas las inferiores. Cuando oyes el himno nacional y te das cuenta de que estás en el bando contrario, igualmente, pues se ve como muy especial y bonito. Luego ya una vez que el partido empezó se convirtió en un partido normal y con mucha ganas de ganarles, pero que no fue posible.
Pero luego pudieron clasificarse gracias a España.
Sí, yo creo que fue bonito. Y eso que fue un partido muy difícil convertido en un trabajo. Yo creo que todo lo que les pasó a España fue algo como muy normal. El subidón de clasificarse, el saber que ya no tenían que forzar a jugadoras y ver como jugadoras menos habituales, como Mariona, Andrea Vilaró, pues eran capaces de revolver el partido y de ganar.
¿Lo recibió como un favor?
Tampoco lo veo como un favor que nos hicieron. No me gusta verlo así. Nosotros tuvimos que ganar a Hungría para clasificarnos, que competimos muy bien y que España hizo su partido, ganó y en consecuencia, Canadá se clasificó. Estoy orgulloso de saber que las jugadoras que forman parte de mi país, de España, son muy competitivas y en ningún momento iban a bajar los brazos. Y así es como nosotros, porque yo he formado parte y he formado algunas de esas jugadoras que están ahí, he trabajado mucho con ellas. Hemos desarrollado a ese jugador, al jugador español, a Cristina Ouviña, a Queralt Casas, a María Conde, a Laura Gil, a Alba, a todas ellas prácticamente. Me hace sentirme muy bien saber el nivelazo que tiene la selección española, lo competitiva que es. Sin pensar más allá de lo que quería ganar ese partido, porque se les había puesto cuesta arriba, no pensaban en hacerme el favor ni a mí ni a Canadá. Ellas quisieron ganar el partido y eso fue muy bonito, porque me hace sentirme muy orgulloso del baloncesto de mi país, de España.
Conoce bien a las federaciones canadiense y española. ¿Qué cree que pueden aprender la una de la otra?
Hay cosas, por supuesto, que se pueden aprender siempre del otro. Canadá estuvo varios años yendo a España a ver cómo se trabajaba en el centro del siglo XXI, a ver cómo era el método que se hacía en España, de la Federación española. Y cogieron muchas cosas. De hecho, se creó en su momento en Canadá un siglo XXI, pero canadiense. Y de ahí salieron jugadoras como las hermanas Cruz, que ahora están jugando el 3x3 o Kayla Alexander, que es una de mis jugadoras más importantes, y eso se tuvo que cancelar por motivos económicos, por falta de apoyos.
¿Tendría que ir España a aprender de Canadá?
Más que venir a aprender, yo invitaría a la gente de la Federación Española a que compartiéramos conocimientos, aprender unos de los otros, porque yo creo que aquí en Canadá hay varios aspectos que ya no solo hablo de la Federación española, hablo un poco del baloncesto europeo en general, que se cuidan menos que en Norteamérica. Canadá es uno de los países que se cuida más la salud mental del deportista. En Europa somos aún un poquito peores que aquí, Y eso es una cosa que yo creo que estaría muy bien que pusiéramos encima de la mesa, entre todos los recursos que hacemos, cómo los trabajamos, que aprendiéramos unos de otros, porque estamos viendo diariamente cómo deportistas de alto nivel paran sus carreras, se detienen, porque no tienen ese apoyo, porque no identificamos pronto que están pasándolo, porque no somos capaces de darles los recursos que necesitan, y porque todo se basa en el rendimiento y en la consecuencia de éxitos y de objetivos, y no todo es eso en la vida.
Se le puede considerar un entrenador internacional, ya que ha estado en Rusia, Turquía y ahora vuelve. ¿Cómo definiría la experiencia?
Te abre mucho la mente cuando sales de la llamada zona de confort, que sería tu país, tu competición, tu idioma, el estar lejos de tu familia... Cuando sales de todo eso te hace completar muchas de las cosas de las que necesitas para ser mejor. Mejor entrenador, mejor persona, principalmente para tus jugadores y para los proyectos que te contratan. A mí me ha ayudado mucho, creo que este va a ser el séptimo año, si no me equivoco, que estoy fuera y con la idea de estar más tiempo.
¿Recomendaría esta experiencia a otros entrenadores?
Yo a todos los entrenadores les recomendaría que tuvieran ese tipo de experiencias. Aunque fuera simplemente para descubrir y conocer países, culturas, cómo trabajar en otros sitios y tener experiencias que te hacen mejor. Y de las cuales se aprende mucho, porque estar fuera de tu casa muchas veces, si no lo haces, si no lo vives, no sabes lo difícil que es.
Renovó hace poco con la selección canadiense y ahora ha firmado con el Cukurova. ¿Cuáles son sus objetivos?
El primero y más importante son los Juegos Olímpicos. Ahí Canadá puede hacer unas bonitas olimpiadas. Creo que podemos llegar a cuartos de final. Y a partir de ahí, ver hacia dónde nos depara el futuro de los Juegos Olímpicos. Hablo cuartos de final porque más que nada porque es la llave que te va a permitir luchar por conseguir una medalla. Tenemos un grupo muy complicado. Yo creo que jugar con Francia, Australia y Nigeria, que lo está haciendo muy bien, nos va a hacer estar muy responsables en cada partido, en la preparación y metódicos. Y ser muy inteligentes porque si no, perderemos. Así que mi objetivo personal es, por supuesto, centrarme en el partido que me toca y lograr que las jugadoras lleguen sanas a ese primer partido, tanto en lo físico como en lo mental. Y vamos a ver cómo se van desarrollando los acontecimientos, porque es una competición que hay que mirar también a los otros grupos y esperar para ver cómo van los demás partidos.
P. ¿Y después de los Juegos, en Turquía?
Una vez que esto acabe, necesitaré descansar, coger aire, estar con mi familia y en unas dos o tres semanas ponerme otra vez el traje de Turquía y ver qué equipo hemos hecho y cómo hemos competido por todos los títulos en las dos competiciones, tanto en la turca como en la Euroliga.
¿Cuáles son sus referentes como entrenadores?
Le podría decir que más que un referente es mi amigo, mi hermano. La persona a la que desde muy pequeño me he apoyado, que es Sito Alonso. No ya en quién me fijo, sino con quien comparto una misma idea en cuanto a la amistad y al valor del baloncesto. Sito Alonso para mí es mi gran referente, tanto de baloncesto como de la vida, una amistad desde los tres años. Es con la persona con quien más hablo de baloncesto. A partir de ahí están las personas que me han ido ayudando durante el camino y dándome su apoyo, ya no solo en lo que es el baloncesto, sino también en lo que es el empuje de profesionales, como puede ser Mauricio Giraldini en Fenerbahce o ahora la gente que trabaja conmigo aquí en Canadá, Mike Bartlett, que es mi presidente y CEO, es una persona a la cual veo que confía en mí muchísimo y me apoya. Fuera de lo que es el entrenador, como referencia de otras personas que me han dado grandes apoyos sin olvidarme, por supuesto, de todo lo otro, de mis padres, que con los valores que me hicieron crecer han hecho que influya mucho en mi vida profesional y personal. Y luego la más importante, que es mi mujer, Esther, que es la que está conmigo día a día, la que me apoya, la que llora conmigo, la que ríe, la que me entiende, mis hijos, la familia en general.
Zoe Rubio
elperiodicodearagon.com