La aragonesa relata sus sensaciones al colgarse un histórico bronce con la selección española en el Mundial. Tras superar una compleja lesión de tobillo, ha recuperado su mejor nivel y ha sido fundamental en el éxito español.

Cristina Ouviña representa los valores más importantes del deporte. Los del deporte de formación y los de la élite profesional. La base aragonesa, flamante ganadora de la medalla de bronce con la selección española de baloncesto femenino en el Mundial de Tenerife, mezcla con asombrosa naturalidad talento, constancia, esfuerzo y espíritu de superación. Talento para ser una de las mejores jugadoras de la etapa más dorada del baloncesto nacional. Constancia para mantenerse sin altibajos en la élite desde los 16 años –es del 90 y debutó en 2006 con el Mann Filter–. Esfuerzo para salir de Zaragoza y de España a mejorar su baloncesto en Polonia, Rusia y Francia. Y espíritu de superación para recuperarse este mismo año de una compleja lesión de tobillo para, más tarde, alcanzar un nivel tan alto que regresó cinco veranos después a la selección absoluta. "Hay muchas lágrimas detrás de esta medalla. Para mí supone lo máximo, una felicidad tremenda después de superar momentos complicados y de ver durante varios veranos que me quedaba a las puertas de algo tan bonito como la selección", relata con la misma sencillez con la que juega sobre la pista de baloncesto.

Ouviña se refiere a las lágrimas de quedarse durante cuatro veranos seguidos a las puertas de volver a un gran torneo con la selección. O a las lágrimas de haber tenido que dejar su ciudad y a su familia para jugar fuera de casa. Pero, sobre todo, a las lágrimas de haber superado una grave lesión de tobillo hace menos de un año que estuvo cerca de hacer saltar por los aires su carrera deportiva. "Esta medalla es para mucha gente, pero por encima de todos para mi fisioterapeuta de siempre, Juan Carlos Palacio. Él ha tenido la culpa de que yo esté aquí y es una maravilla poder disfrutarlo junto a él en Tenerife", explica.

Juan Carlos, también aragonés como Cristina, ha sido este verano el fisioterapeuta de la selección absoluta, una labor que ha agregado a su habitual trabajo en el Tecnyconta Zaragoza. El jacetano también fue el encargado de tratar durante tres meses a Cristina en Zaragoza cuando se lesionó con el Tango Bourges francés, su actual equipo. Los dos aragoneses se dieron sobre la pista de Tenerife uno de los primeros abrazos tras vencer este domingo a Bélgica. Quizá el abrazo más emotivo de todos. "Hace diez meses, para ella era impensable competir en un Mundial. Pero Cristina tiene una capacidad de superación impresionante. Tiene muchísimo mérito su año, siendo también campeona de la Liga y de la Copa francesa. Ha sido muy especial vivir con ella esta gran experiencia en el Mundial", reconoce el preparador aragonés.

El bronce que ha logrado España en Tenerife supone la sexta medalla internacional en seis años consecutivos: oro en los Europeos de 2013 y 2017, plata en el Mundial de 2014, plata en los Juegos Olímpicos de 2016, bronce en el Europeo de 2015 y ahora bronce en el Mundial de 2018. Una serie de éxitos prácticamente irrepetible para una generación única. "Es una auténtica barbaridad. Estar arriba durante seis años seguidos parece fácil, pero hay mucho trabajo, esfuerzo y compromiso detrás. No somos conscientes aún del valor de esta generación", subraya la zaragozana. En este sentido, Lucas Mondelo, el seleccionador nacional, recordó a "todo el mundo que sea consciente de lo difícil que es lo que están haciendo estas chicas". Y agregó que "nunca" podrá "vivir las vidas suficientes para darles las gracias" a sus jugadoras. "El grupo es espectacular. Es un vestuario con mayúsculas y que, además, ha tenido a un pabellón animando detrás en cada partido", agrega con orgullo Palacio.

 

"Más que un equipo, somos una gran familia. Luego, sobre la pista, tenemos clara nuestra identidad de juego: defensa, intensidad y ritmo", señala Ouviña. Sobre el campeonato, la zaragozana reconoce que "en la fase de grupos no mostramos nuestro mejor nivel", pero que la derrota frente a Bélgica les hizo "reaccionar y encontrar sensaciones muy positivas en las eliminatorias". Siendo parte capital de la segunda unidad de España, Ouviña ha disputado 16 minutos por partido con 6,9 puntos, 2,6 rebotes y 1,9 asistencias de media. Un rendimiento notable, clave en muchos momentos delicados del torneo. "Me he sentido muy a gusto, con confianza y disfrutando mucho sobre la pista", señala. En la final –que, por cierto, empezó con anginas y terminó con fiebre– fue con 9 puntos la cuarta máxima anotadora de la selección y, con ella sobre la pista, España sumó un parcial de +15, el mejor de toda la plantilla. Con el ansiado bronce al cuello, las lágrimas dejaron paso a la mejor de sus sonrisas. Los momentos más complicados merecieron entonces la pena.

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